“No
deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres,
sino
sobre sí mismas”
Mary
Woolstonecraft
Durante
las últimas décadas del siglo XX, surgen en América Latina y en general en los
países pobres, una serie de pensamientos que consideran una posición de
opresión o subordinación de estos países respecto a los más ricos y poderosos,
entre ellos la filosofía de la liberación, cuyo exponente principal es el
argentino Enrique Dussel. No se refiere a libertad sino a liberación como
proceso hacia la primera. La liberación en este proceso implica el
reconocimiento del rostro del otro, del inequívocamente
otro que interpela o provoca al pleno respeto de sus derechos, a que se le
haga justicia, palabras del Doctor Jesús Antonio de la Torre Rangel (quienes
como yo han tenido la fortuna de tenerlo como maestro saben de qué hablo).
A
propósito de la reciente reforma político electoral, considero necesario
analizar la cuestión de paridad incluida en dicha reforma a la luz de la
filosofía de la liberación, en tanto que las mujeres hemos formado parte de un
grupo que si bien en números es grande, en derechos y oportunidades nos vemos
en desventaja por las construcciones de género en las que estamos inmersas.
Peor aún si hablamos de mujeres en condición de pobreza o pertenecientes a
grupos indígenas.
La
paridad política es un tema que interesa a las corrientes feministas en el
mundo. A mediados del siglo XX inicia una reinterpretación “política de la vida
cotidiana, la sexualidad, el arte y la economía, llevada a cabo por mujeres y
conocida como autoconciencia feminista, neofeminismo o movimiento de liberación
de las mujeres”. (DUSSEL, 2011: 420)
Los
primeros movimientos se identificaron con el “sufragismo”, posteriormente las
demandas de las mujeres se fueron transformando. Entre los años sesentas y los
ochentas estas demandas solían ser hacia el interior del sistema.
En
el siglo XX la difusión de los ideales de igualdad entre mujeres y hombres y la
creciente conciencia de la exclusión sistemática de los aportes de las mujeres
al saber colectivo – y de la visibilidad de su condición y necesidades- dio
origen al conjunto de teorías feministas que confluye en el feminismo
filosófico de América Latina y el Caribe.
Sin
embargo, las ideas del neofeminismo vienen en su mayoría de la lectura de
textos de mujeres extranjeras por lo que puede entenderse que se contaba con
poca producción regional que ayudara a reflexionar sobre las diversas
problemáticas que día a día enfrentaban las mujeres.
Es
necesario referirme a la igualdad como principio dinámico que puede ser
interpretado de muchas maneras, por tanto puede decirse que dependiendo del
tema en el que se pretenda aplicar, se le dará contenido. En lo que respecta a
las construcciones de género, nos referimos a la igualdad jurídica entre
mujeres y hombres que pareciera satisfacerse con el simple reconocimiento sin
distinción alguna en la normatividad vigente, cuestión con la que no comulgo,
puesto que para hablar de igualdad debemos reconocer primero que alguien padece
desigualdad y generar condiciones mejores para este.
La
filósofa mexicana Eli Bartra Muriá, refiere que en la actualidad, el feminismo
latinoamericano ha obviado referirse a las diferencias de las mujeres como grupo
social frente a los varones, subrayando las diferencias existentes entre las
propias mujeres. A la vez reivindica una paridad entre los “géneros”, entendidos
como grupos sociales resultado de una intensa tecnología cultural para amoldar
a las personas según asignaciones económico-culturales impuestas a las
portadoras y portadores de genitales femeninos y masculinos, en el ámbito
social como en el privado.
Así,
la nueva batalla de las mujeres implica no sólo la negación de la falsa
naturaleza femenina impuesta socialmente, sino la propia identidad de las
mujeres basada en sus vivencias y necesidades.
Asimismo,
hace una crítica al multiculturalismo,
pues considera que en esta corriente se postula la tolerancia a las diferentes
culturas pero no así el respeto, impidiendo que el feminismo pueda reivindicar
los derechos de mujeres en el ámbito internacional, en culturas específicas.
En
América Latina hay problemáticas que vivimos las mujeres día a día que deben
repensarse, reconocerse y ponerse sobre la mesa antes de hablar de que las
condiciones están dadas para que exista una verdadera paridad política. Por
ejemplo, ¿cómo será posible incluir a una mujer indígena a las decisiones de un
sistema que la invisibiliza y excluye?, o bien, ¿Cómo se garantizará que la
paridad trascienda de las candidaturas a la verdadera representación de las
mujeres en las cámaras?
La
situación de desventaja de la mujer con relación al varón es notoria y se
traduce en la restricción en el acceso de las mujeres a los cargos de elección
popular. Por ello es necesario y justificable el establecimiento de una acción
afirmativa que ayude a acotar esa brecha. La paridad se da como forma de reparación
de aquella legalización de la injusticia existente cuando las mujeres no
contaban con el estatus de ciudadanas por interpretación de una norma que era
omisa en cuanto a la puntualización del derecho a que la mujer pudiese
participar en las elecciones del país.
Se
considera que en la actualidad existen condiciones favorables para la verdadera
participación política de las mujeres, pues debido a la reforma que postula la
misma posibilidad entre hombres y mujeres para acceder a las candidaturas de legisladoras
federales y locales, con lo que se pretende que en poco tiempo se alcance la
inclusión plena de todas las mujeres a la vida política del país.
Lo
anterior no ocurrirá automáticamente con el simple ajuste del texto normativo,
sino que es necesario que se trabaje desde los partidos políticos en la
modificación de la normatividad interna que los rige, la formación de cuadros
capacitados (distinto a capaces) y el impulso verdadero de dichas candidatas a
la ocupación de puestos en los que sean ellas quienes realicen el trabajo.
Para
ello falta mucho trabajo, el hecho de haber incluido este principio en la
Constitución no implica su verdadera vivencia. Es así que considero que para
lograr generar una verdadera inclusión de las mujeres en la vida política y en
general en la cambiante dinámica social, es necesario partir desde afuera del
propio sistema, desde la liberación como proceso, desde el oír la voz del otro,
reconocerle y actuar en consecuencia.
Paola Margarita López Macías.
Twitter: @maolita_
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