Hace unos días me reuní con los
líderes juveniles de la mayoría de los partidos políticos en mi estado,
comentábamos sobre el papel de los jóvenes en la política y que huella
dejaríamos como generación, además de todos
los retos y dificultades que enfrentamos los jóvenes, y a la única conclusión
que llegue, es que la política está a punto del suicidio.
Todos representábamos diferentes
opiniones dentro de la política, pero fue irónico que todos tuviéramos las
mismas dificultades dentro de nuestros partidos, nos topamos con políticos de
la vieja guardia que piensan que los jóvenes carecemos de experiencia y son
pocos los que en verdad nos ayudan, con leyes que no aportan nada a la nueva
forma de vida de las personas, a candidatos que lanzan a los jóvenes como carne
de cañón a las campañas, con discursos esperanzadores pero poco prácticos sobre
los jóvenes y el presente, pero sobre
todo nos topamos con la poca credibilidad de la ciudadanía hacia la política.
La política está en total
depresión, pues se ha dado cuenta que ya no creen en ella, que el fin para el
que se formo ha pasado en segundo término y ahora su principal objetivo es que
personas lleguen al poder sin importar los medios, ella aun no entiende en qué
momento paso todo, no entiende porque no le preguntaron si quería ser partícipe
de esta situación, actuaron con dolo en contra de ella y nadie estuvo para
defenderla, pero si hubo una sociedad completa para juzgarla, ella no tenía la
culpa de nada, pero como dicen en México, “es culpable, hasta que se demuestre
lo contrario”.
Es triste ver que como personas
preferimos defender causas sin sentido que lo que en verdad vale la pena,
defendemos falsas expectativas de institucionalidad, defendemos opiniones de
equipos que muchas veces ni nosotros creemos, juzgamos personas por que su
manera de trabajar no es la misma que la nuestra, pero nunca, nunca nos hemos
puesto a defender a la política, ella ha sido generosa con nosotros, hemos aprendido,
crecido con ella, hemos conocido amigos
casi familia y ¿así le pagamos?...
La política está llegando al
suicidio, la estamos convenciendo poco a poco, ya no importan los discursos
esperanzadores y la falsa convicción que creemos tener los jóvenes hacia
nuestros líderes o partidos, nos hemos dedicado a hablar más y cada vez actuar
menos, son pocos los que en verdad creen y trabajan para ella, no es malo tener
ambiciones, siempre y cuando haya un equilibrio entre el servir y ganar.
Y si la política se suicida, la
sociedad muera con ella.
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